Parafilias ¿Somos todos parafílicos?

 


ParafiliasEl término parafília, del griego “para” es decir “fuera” o “al margen de” y “filia” amor, designa toda aquella conducta erótica o de atracción sexual en la que la excitación y el placer se obtienen “al margen” de la relación sexual en sí.

En este punto algunos homo sapiens occidentales (entre los que me incluyo) y seguramente todos lo huoranis1 nos preguntaremos “¿y qué es la relación sexual en sí?” El concepto tradicional occidental de “relación sexual en sí” sigue haciendo referencia exclusiva al coito, luego atendiendo únicamente a esa definición ¿cualquiera que se erotice y alcance el orgasmo fuera de la penetración heterosexual podría considerarse  parafílico? 

La cuestión es que, según se mire, esto puede alertar a más de uno y una ya que “parafilia” se define en la R.A.E como “desviación sexual” y además aparece como categoría diagnóstica en el DSM-V, manual de clasificación de “patologías”.

Para mi, que una de las facetas que más me apasiona del ser humano es su capacidad para tornar placentero cada acto de supervivencia, el término “desviación”, hablando de placer, como si sólo existiese una vía, me resulta irrisorio. Tanto más me lo resulta el diagnosticar a alguien por su modo de disfrutar.

¿Cuándo se puede considerar una parafilia como patológica?

Pero no nos alarmemos, en el DSM-V no cualquier parafilia ni en cualquier caso se considera patológica. Como ocurre en muchos otros “trastornos” deben darse una serie de criterios:

  1. Que la práctica suponga un peligro para él o para los demás
  2. Que la persona no pueda acceder al placer nada más que a través de dicha vía
  3. Que para la persona sea fuente de malestar

Respecto a estos criterios estoy totalmente de acuerdo. Efectivamente si existe alguna de esas condiciones podría hablarse de trastorno o problema.  Pero no por la práctica en cuestión, sino por el malestar que pueda ocasionar a la persona, el cual en ocasiones se deriva de condicionamientos sociales2.  

Ahora bien, atendiendo al criterio 2 ¿consideraríamos patológico el caso de alguien que sólo y exclusivamente obtiene placer sexual con el coito?  Seguramente no. No se considera desviación sencillamente porque esa es la “vía”. Algo relativamente comprensible en épocas en las que, sin mucho éxito real, se intentaba unir indisolublemente sexualidad y procreación. Ciertamente, ateniéndonos a cuestiones meramente biológicas como se vino haciendo durante siglos, muchas prácticas sexuales carecerian de sentido evolutivo y de interés para la naturaleza por tanto podrían verse menos “naturales”, pero imponer y mantener esa visión sería despojar al ser humano de gran parte de su esencia. O tal vez, como diría Foucault querer vigilarla y controlarla.

En este sentido, dicho autor realiza un profundo estudio del control sexual occidental otorgando su lúcida mirada sobre el concepto de “perversiones” y su transición histórica del ámbito del pecado al de “trastorno mental”.

En realidad si paseamos por diferentes épocas y culturas nos encontraremos con diversos modos de controlar la sexualidad humana. Los límites de lo prohibido y permitido, lo “normal” o lo patológico son cambiantes a lo largo de siglos y sociedades, pero la existencia del límite es universal.  Y es que, en cierto modo, someter a normas la sexualidad va de la mano con el nacimiento de la cultura.

No obstante, como ya hemos mencionado, no todo lo que se salga de esos límites es enfermizo y aunque si bien entre las “parafilias” como entidad diagnóstica encontramos incluso prácticas delictivas, existen muchos caminos no convencionales que conducen al placer  y que no representan ningún problema. Algunos son sencillamente extremos de un continuo que la mayoría de nosotros experimentamos, otros son tan inesperados y sorprendentes que resulta apasionante conocerlos. Entendiendo y entendiéndonos, porque si no todos somos parafílicos, tal vez deberíamos serlo. O, mejor dicho,  eliminando el matiz de “marginalidad” todos somos, o deberíamos ser, “polifílicos”.

Por ello el sentido de este artículo es iniciar una serie de filias sexuales, con la mera intención de conocer sin patologizar y de ese modo recorrer, con curiosidad antropológica, los senderos y laberintos del deseo humano.

1Los Huoranis son una tribu de la Amazonia noroccidental en cuyo modo de vida la sensualidad se extiende en diversas formas y hechos cotidianos, lo que ellos denominan “vivir bien”. El placer sensual y sexual no se encuentra limitado al coito, el cual se considera más un trámite para tener un hijo que un acto de placer en sí.
2En el artículo “La construcción social del erotismo y el placer sexual” se ahonda un poco más en los condicionamientos que la cultura impone a nuestras formas de sentir el cuerpo. En cómo nos percibimos y en cómo nos disfrutamos.


Psicología Puertollano, Ciudad Real


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